Sacar al niño que llevamos dentro
Por: Daniel Castro, periodista
Con la sinfónica juvenil y la voz de Carlos Valverde, leyendo El Principito, de Antoine Saint-Exupéry, volví al pasado. No sólo por la obra que leí por primera vez en mi preadolescencia, sino por el lugar elegido para esta hermosa e inusual propuesta narrativa y musical.
Bajo el enorme motoyoé, del patio de la antigua casona donde está ubicada la Galería de Arte, El Hilo Negro, entre dos árboles de ambaibo, un mango, Santa Ritas y una planta de urucú, se dispusieron las mesas, para disfrutar de las obras de Mozart, que arropaban el relato de Carlos; allí me dejé llevar y fui entremezclando recuerdos de mi niñez en la Santa Cruz de antaño con el encuentro del aviador y el principito de la famosa novela.
La emoción de Carlos en algunos pasajes durante el viaje del personaje y su encuentro con el rey, el farolero, el comerciante, el vanidoso, el borracho, el hombre de negocios, el geógrafo, el zorro, la serpiente, la flor de tres pétalos, en fin… contribuyeron para crear ese clima nostálgico, que supongo algún otro de los presentes pudo experimentar.
La noche serena al aire libre, con un clima templado y la tablita de queso y fiambres en las mesas contribuyeron a que el público disfrutara de la bonita velada, que se extendió con la explicación posterior del director y la «picadita» musical de las obras que le dieron el clima al relato.
Muy bien por los organizadores. Propuestas como esta hacen falta en la capital cruceña para ampliar la oferta artística cultural.
Ah me olvidaba… no cabe duda que los hombres son muy extraños y que lo esencial es invisible a los ojos.